martes, 9 de diciembre de 2008

Soy alérgica al veneno de hormiga.

Oasis. Cabellos oscuros,
el órgano más grande, reseco.
En cada palabra una proyección
En cada sonrisa una negación
En cada muerte una introyección
Y en cada suspiro un alarido de incomprensión.

Rostros húmedos, palideciendo, ensordeciendo, sucumbiendo ante el frío.
La cara se me cae a pedazos, pero no por el dicho sino por el hecho.
Las consecuencias de un sueño reparador, o mejor... de descanzar.
Recordando que el que fallece ya no padece.

Tercer acto donde no existieron antecesores.
Lúgubre silencio determinante para la siguiente escena
Entra a la sala, mira con desdén la nada y se sienta sobre el sofá.
EL lacayo le sirve el vino y no se digna ni a mirarle.
Mientras se corta las venas se derrama el vino mezclandose como siempre han estado,
Exclama: Me he pasado la vida dormida.

No hay comentarios: